El ultimo beso

Tenia como seis meses sin verte, extrañaba tanto tu calor, tu olor, tu aliento. Ese día que llegue de Tijuana no tenia manera de transportarme a tu casa, estaba ansioso, mis manos sudaban de solo saber que estabas tan cerca, tome mis patines que deje en casa de mis padres y salí a la calle para ir a tu casa. Solo estaría un día en Obregón y quería pasar la noche contigo aunque sea platicado o admirando tu presencia. Eran como las 11 de la noche y saliste a escondidas a la cochera, me quite los patines y nos sentamos en el piso, nos tomamos de la mano y platicamos durante horas, te besaba dulcemente y rozaba tu cara con mi mano. Estabas inquieta y al preguntarte porque estabas así, me invitaste a pasar a tu cuarto. Era muy arriesgado, tu cuarto estaba pegado al cuarto de tus padres pero valía la pena tomar el riesgo. Me tomaste de la mano, me miraste profundamente con una sonrisa de niña cuando van a realizar una travesura. Mi cuerpo temblaba y caminaba torpe, deje mis patines debajo de los carros y entramos a tu casa con mucho cuidado de no hacer ruido. Tu cerrabas la puerta y yo entraba a tu cuarto, cuando entraste no me encontraste porque estaba debajo de tu cama, oprimías tu risa para no hacer ruido y salí de tu cama como un niño nervioso a ser regañado. Cuando por fin me puse de pie frente a ti, tome tu cintura y te bese con pasión, nuestros cuerpos subieron de temperatura al mismo tiempo que nuestros corazones se agitaban. Poco a poco nos recostábamos en tu cama y nos quitábamos suavemente la ropa, no teníamos prisa la noche era para nosotros. Nuestra emoción era tan grande por realizar algo que no nos era permitido y mucho menos en las condiciones en las que estábamos, tu cabecera estaba justo en la pared en donde tus padres tenían su cabecera recargada. Por fin los 2 desnudos…, tocaba tus pechos con suavidad con mis ojos mirando los tuyos. Tu cuerpo temblaba, mis manos temblaban. Con cierta pena y pidiendo permiso con tu mirada empezaste a tocar mi sexo. Tome con mucha fuerza tu cuerpo entre mis brazos, no podías respirar y suavemente empezamos a descansar nuestros cuerpos. No decíamos nada, no hacia falta, los ojos dicen más que las palabras, tus ojos eran mas hermosos por los rayos de luz de luna que entraban por tu ventana. Sin darnos cuenta empezó a entrar más luz, estaba amaneciendo y tu padre en cualquier momento se levantaría para ir a trabajar. Nos levantamos deprisa, me volví a vestir y tu con un boxer y una playera amarilla me acompañaste a la puerta. Tus pechos se veían perfectos por no usar sostén, tus mejillas de un color rojizo y tus piernas desnudas. Aquella vez fue el último beso que te di en la puerta de tu casa. Tome mis patines y salí corriendo. El rocío de la mañana pegaba en mi cara, los semáforos aun no funcionaban, las calles estaban solitarias, los únicos despierto eran los repartidores de periodico y yo me trasladaba a mi casa recordando aquella aventura tan excitante, le daba gracias a Dios por aquella noche sin saber que esa fue la ultima vez que te miraría…